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Foto del escritorDelia R. Llorente

¿Por qué ya no le tengo miedo al azúcar?




Hace poco compartí mi trayectoria como terapeuta en Instagram, pero lo que no mencioné fue cómo mi propia enfermedad intensificó ese proceso. Me diagnosticaron endometriosis, que ahora está casi en remisión, pero durante años sufrí dolores incapacitantes, fatiga extrema y problemas intestinales. También me diagnosticaron tiroiditis autoinmune, celiaquía, hemocromatosis y artritis reumatoide.


Pasé por innumerables ginecólogos que me decían que no tenía nada, hasta que, después de 20 años, investigando por mi cuenta, llegué a la unidad de endometriosis de La Paz. Allí descubrieron que tenía endometriosis profunda, que afectaba incluso a mi intestino y me había causado un pinzamiento en un nervio de la pierna, impidiéndome caminar.


Después de una operación extensa, aunque no pudieron eliminar todo el tejido endometrial, recuperé gran parte de mi calidad de vida. Sin embargo, los síntomas continuaban y la enfermedad avanzaba. A pesar de que los anticonceptivos hormonales eran el tratamiento que me ofrecía la Seguridad Social, no quería seguir ese camino, lo que me llevó a buscar alternativas.


Probé diversas terapias y abordajes, pero aunque algunos ayudaban, ninguno parecía ser la solución definitiva. Fue entonces cuando me encontré con el mundo de la alimentación. Me sumergí en diferentes dietas —Paleo, AIP, baja en histamina, FODMAP, Keto, carnívora, entre otras—, buscando una respuesta en cada una de ellas. Cada dieta me aportaba pequeñas mejoras, pero también me llevó a la trampa de las restricciones: cuanto más quitaba, más resultados esperaba. La comida se convirtió en una obsesión y generó en mí un estrés innecesario. Pero también me llevó a formarme como PNI y como Dietista.


Cuando acabó mi "formación oficial", comprendí que aunque estas dietas podían ser herramientas útiles a corto plazo, no eran la solución a largo plazo. Dejé de enfocarme en acumular información y empecé a escuchar mi cuerpo. Comencé a comer lo que realmente me apetecía, sin restricciones ni miedos. Disfrutar de la comida me llevó a disfrutar nuevamente de otros aspectos de la vida y a comprender la importancia del estrés en el proceso de sanación, y gracias a esto poco a poco, esa mejora fue real y duradera, aunque a día de hoy aún tengo camino que hacer.


Ahora, mi enfoque como terapeuta es mucho más flexible. Entiendo que la alimentación es solo una herramienta más en el camino hacia la sanación, y debe adaptarse a cada persona y su situación. No tengo miedo a ningún alimento. Si no como algo es porque no me sienta bien o simplemente no me apetece, pero no por miedo. Incluso el azúcar, que tantas veces es visto como el enemigo, lo disfruto cuando mi cuerpo me lo pide. Comer sano es ahora un regalo que me hago cada día, no una obligación para curarme.


Te invito a que también escuches a tu cuerpo y descubras lo que realmente necesita, tanto para alimentarlo como para nutrir tu alma. Y si sientes que necesitas apoyo en este proceso, no dudes en contactarme a través de nuestro correo: parvati@yogaymusicaparvati.es y solicitar una sesión de dietética integrativa.

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